
La cuestión no es simple ni sencilla pero si preocupante .
La noticia de la foto es tristemente real y repetitiva: no se sabe valora la discapacidad por los distintos agentes sociales implicados en las distintas situaciones de la vida .En este caso en las figuras de conductor , viajero molesto, otros viajeros o policía.
Esto ha acabado con una persona abandonada a su suerte sin que entienda ni cómo ni por qué .
Demasiados implicados sin ser capaces de valorar la diferencia .
Se penaliza la autonomía y la normalidad.
Cuando uno tiene un hijo con una discapacidad intelectual lo que quiere ,lo que deberíamos querer todos como sociedad,es que su vida se normalice.Que su comportamiento sea “normal “ indica que debe serlo en las cuestiones más básicas y sencillas,como poder viajar solo en un autobús.Contamos pare ello con las habilidades del sujeto que pueden ser entrenadas, aprendidas y repetidas hasta convertir en hábito una conducta que para lo demás es sencilla y simple.
Esto supone muchas horas de aprendizaje, de acompañamiento, de espera ,de preocupación…para que ellos. Puedan ganar en libertad nosotros debemos correr un riesgo; que se equivoquen, que se agobien, que se bloqueen…pero nunca que otra persona sea el motivo de su tormento.
El resto los viajeros , de las personas que nos acompañan en nuestra vida, deberían poder ser catalogadas como normales aun cuando no lo sea su comportamiento. Contamos con ellas ,como sociedad, para que cuando la dificultad aparezca la ayuda desinteresada del otro ,supla las carencias de los nuestros.Al menos que no sean el problema…
No es sencillo ,en ocasiones , determinar si nuestros compañeros de camino son capaces o no; tampoco es nuestras misión.Pero si prestar ayuda al otro cuando la necesite y tolerar las diferencias.No podemos tener la piel tan fina.
No solo los viajeros – compañeros de viaje que podemos ser todos – debemos entrenarnos en ayudar al que lo necesita sino que profesiones concretas que tienen la ayuda entre sus funciones básicas,deben ejercitarlas .El conductor además de conducir debe ser capaz de axuliliar asus viajeros .La policía lo mismo.
Y sino son capaces de hacerlo ,deberían aprender.
Si nadie detectó la discapacidad del viajero hay que darle la felicitación a su familia y todos aquellos que han conseguido que la normalidad se instale en su vida.Que sea capaz de realizar conductas sencillas de modo natural y que este hecho lo haga poco reconocible como deoferente es para estar contento porque una metas del ser autónoma se ha cumplido.
Pero de ahí a que la autonomía y la normalidad adquirida se penalice, se cuestione, no sepa verse , valorarse y mucho menos darse respuesta hace que debamos preocuparnos como sociedad.
La autonomía no debe ser un motivo de preocupación.Debe ser un motivo de alegria cuando se consigue.
Quizá nos quede por educar y reconducir a aquellos que gozan de una supuesta normalidad.
Miremos y analicemos en este hecho puntual– que no suele ser aislado- quién debe aprender de quién.