Hoy es un día importante por muchas razones y, sin quererlo, Sr. Espada, con su intervención en un programa de televisión y sus declaraciones, me ha dado algún que otro motivo más para que lo sea. Verá, voy a explicarle…
Veinticinco años separan sus declaraciones de estos días, de mi tercera maternidad; como siempre, cada una de las tres, diferentes entre sí y de cualquier otra. Yo soy la misma, pero en cada ser que asoma a la vida en una mañana cálida o en una noche tormentosa, haya algo de mi y algo de su padre, cada nuevo ser es individual, y con una dignidad intrínseca incontestable por ser un ser humano único e irrepetible.
Su dotación genética propia- independientemente de cómo cuantifíquenos ésta y de cómo se “empaquete” en más o menos cromosomas- le hace singular y único, y asi lo queremos, con su singularidad, unicidad y alegría inmensa. Imagino que lo mismo que a usted sus allegados: con sus luces y sus sombras… Sin embargo, nosotros no le insultamos.
Se ha referido a las personas con síndrome de Down como una desgracia, y las personas que padecen discapacidad intelectual por extensión -asi en general- como “patéticos”, “víctimas de su condición” o” desgraciados”. Lejos de insultarle como ha hecho usted con un numeroso colectivo de personas en España, le invito a mi casa.
Le invito a mi casa, Sr. Espada. Cuando quiera, cuando le venga bien: le invito a mi casa. Creo que debe ver por usted mismo si se puede disfrutar de la vida con una discapacidad; verá cuanto puede estar equivocado, cuestión que atribuyo a su profundo desconocimiento de cómo se vive de cerca con una discapacidad intelectual: con alegrías, penas, sonrisas y lágrimas. Vamos, lo normal. Igualmente verá si consumen, producen, hacen uso de la sanidad, en qué medida lo hacen, y todas estas cuestiones que tanto parecen preocuparle…Y, sin embargo, nosotros, durante este proceso, no le insultaremos.
Mi familia, mis amigos y yo le invitamos a compartir nuestra gran suerte; esa que quizá no pueda comprender porque no nos conoce: ni a nosotros, ni a ellos…Y no queremos que siga sin conocernos y disfrutar de aquellos, con una dotación genética diferente , que colman de alegría y de ilusión a sus familias sin que ello reste dificultad al dia a dia… Sé que será para usted algo incomprensible, pero, tampoco por ello le insultamos.
Nuestros hijos con algún cromosoma de más -o de menos- son tan felices como cualquiera de los otros, sus hermanos. Tienen las mismas aspiraciones, anhelos, esperanzas, deseos de un mundo mejor y una vivienda y trabajo digno para todos. Deseos de enamorarse, de vivir su vida, trabajar y crecer…Eso sí, no le negaré, que lo tienen muchísimo más difícil. Y, sin embargo, nosotros no le insultamos.
La dificultad en la que vivimos no debe ser triste, amarga, aplastante…Al revés: cuando se conoce, se asume, se comprende y se valora, es la mejor forma de sacar el jugo a la vida; de aprender a mirar a través de unos ojos dulces y sin maldad que, con esperanza y alegría, encaran la misma vida que vivimos usted y yo, pero eso sí, no se lo niego, de modo diferente. Y por ello, comprendiendo su incomprensión, seguimos sin insultarle.
Podremos darle nuestra visión, explicarle cómo la dificultad nos llevó a vivir la vida de otro modo, diferente al que imaginamos, quizá insospechado, pero rotundamente feliz. No con ñoñerías baratas sino con la alegría que brota del sufrimiento superado, de las dificultades vencidas y de las esperanzas en conseguir aquello que aún se nos resiste. Y seguiremos sin insultarle.
A cambio le pedimos, le exigimos que, como escritor profesional y de talento, utilice mejor el lenguaje de modo que no se produzcan errores como los que cometió en el programa antes señalado y que le llevó, seguro por error -porque no lo concibo de otro modo-a tildar con distintos insultos a las personas con capacidades diferentes que es como deben denominarse-incluyéndonos en ello a usted y a mí-.
Todos iguales (en derechos y dignidad) y todos diferentes (en capacidad y necesidades) conformamos la especie humana, en toda la riqueza de su expresión. Y unos y otros, no le insultamos.
Se puede disentir, pero nunca insultar.
pd. Reciba un cordial saludo de una madre orgullosa de los suyos con o sin material genético de más, con distintas capacidades y necesidades , que quiere para todos ellos una vida en igualdad de oportunidades para un desarrollo pleno y armónico …y sin insultos.
Dejo una imagen de la playa del Sardinero como remanso de paz en un dia soleado. Ojala fuéramos capaces de sentir con la misma calma